No creías que alguien tan cercano a ti pudiera comenzar a agobiarte tanto como para llegar a pensar el no invitarla o incluso anular la boda. A veces de quien menos te lo esperas: amigos, hermanos, padres, cuñados, suegros… son las que más te lo ponen todo difícil.
Las bodas son los eventos sociales en los cuales por naturaleza los trapitos sucios directa o indirectamente comienzan a ver el sol. Y a medida que avanza el tiempo hacia el gran día, vas conociendo el lado oscuro de muchas personas. Casi el 90% de las bodas pasan por un momento desagradable e inquietante con algún familiar cercano o amistad.
Y aquí el tema que me gustaría desarrollar es cómo gestionar estos momentos y sentimientos encontrados. Según con quien sea el disgusto definirá cómo lo debamos proceder. Hemos de sumar también a que los novios suelen estar más sensibles emocionalmente, principalmente las novias, a veces lo que es un grano de arena se convierte en una tormenta de desierto.
Trataremos si es posible ponernos en la piel de la otra persona, escuchar las 2 campanadas como dicen en mi pueblo. Y a partir de mimetizarnos por un momento en la otra persona podremos ver otro punto de vista del conflicto.
Los padres en las bodas suelen convertirse en extremistas y los extremos no siempre son buenos. O les da igual todo, o todo les parecerá poco o mucho o feo o demasiado.
Con los hermanos y amigos íntimos pasa algo parecido y a veces esa unión y complicidad que tenéis desde la infancia se ausenta durante el periodo de la boda y os afecta porque no los veis involucrados como quisierais en vuestro gran día.
Mi opinión después de muchos años gestionando casos variopintos, es que valoréis lo importante que es para vosotros que vuestra madre, padre, hermanos, amigos estén a vuestro lado. Por supuesto que la mayoría desean con todo su corazón estar con ellos y vivir ese día felices.
Entonces, intentar abrir la mente y ceder un poco, sentarse en un sitio neutral, con un papel por delante exponer puntos buenos y malos de cada versión y situación, dialogar relajadamente, recordar momentos felices, decirse lo importante que son en vuestras vidas y que no imagináis una boda sin ellos. Exponerles que necesitáis que estén de vuestro lado y que las diferencias se pueden gestionar para lograr que la balanza esté igualada.
Hablaros con amor que vuestras palabras estén envueltas de cariño, comprensión e intentad que al desarrollar el tema existan “round “y tiempos para exponer cada uno su versión. Respirad profundo, beber agua para enfriar el ambiente.
Es importante que sepáis que no siempre el resultado lo veréis en el primer encuentro pero las palabras y los sentimientos se filtran poco a poco y serán como una crema hidratante en la piel, comenzará suavizando lentamente las primeras capas de rencores y malos entendidos hasta llegar a cicatrizar cualquier herida profunda del corazón.
No desesperéis, de verdad, lo importante es que vosotros tengáis esa tranquilidad de intentar solucionar el conflicto. Y si la solución no llega, seguid avanzando en la organización de vuestra boda.
El amor y el respeto que os tenéis deben triunfar y celebrarse. Las personas que no deseen involucrarse, que no quieran poner la balanza equilibrada serán las que se arrepientan en algún momento de la posición y decisión que tomaron.
Hay personas que de por sí son tóxicas, y por más que lo intentes no verás cosa buena que aporten en tu boda. Esas personas las colocaremos del lado de la balanza de los prescindibles.
Es un tema muy amplio a tratar y escamoso en el cual cada pareja y personas involucradas expondrán su propia historia y argumentos.
Siempre intento sea cual sea el problema a tratar que el diálogo, las vivencias, anécdotas sean los abogados y fiscales para lograr un entendimiento y se que tarde o temprano el juez llamado amor dicta sentencia.