La sexualidad como cualquier actividad puede resultar muy placentera o problemática dependiendo de nuestra buena o mala práctica en cada momento determinado.
Al ser una conducta natural implícita en la vida se forma desde el que nacemos estando influenciada por los modelos más cercanos de progenitores, personas emocionalmente significativas más cercanas, educadores así como el resto de personas de edades similares.
Según éstas influencias sean positivas o no, nuestra sexualidad será constructiva o negativa tanto para la felicidad personal como para nuestro crecimiento personal.
A su vez la sexualidad es condicionada por cuestiones antropológicas, culturales, normas sociales y valores éticos, espirituales y religiosos, además de los determinantes fisiológicos propios de cada persona.
Por una sexualidad libre, sana y responsable
A cualquier edad la sexualidad única, diferente y personal para ser positiva y enriquecedora necesita ser vivida sin culpabilidad ya que es una actividad natural del ser humano así como conlleva varias características constructivas definitorias:
- Sexualidad libre. Sea cual sea nuestra personal manera de vivir la sexualidad, debe ser libremente desarrollada personalmente y por la o las otras personas intervinientes sin amenazas, chantajes, coacciones o presiones.
- Sexualidad igualitaria. En las relaciones sexuales todas las personas implicadas libremente se deben expresar en condiciones de igualdad no prevaleciendo el poder de una sobre la otra de modo coercitivo.
- Sexualidad sana. Las personas con mayoría de edad legal y que no estén afectadas por razones de debilidad mental o enfermedad mental pueden éticamente comportarse mediante cualquier expresión de la conducta sexual que sea libremente asumida por todas las partes por distinta, insólita o novedosa que sea.
- Sexualidad respetuosa. La que se manifiesta en la interrelación sexual por el respeto íntimo de cada persona a sí misma así como a las demás, ya que cualquier deseo debe estar limitada la libre voluntad ajena, sea cual sea el momento y la conducta deseada, sean relaciones personales puntuales, esporádicas, frecuentes o habituales.
- Sexualidad responsable. Como en cualquier conducta cada persona es responsable de su comportamiento, de lo que piensa, siente o hace, siendo conveniente por tanto desarrollar la sexualidad de forma responsable y placentera sin sentirse culpable salvo que el comportamiento negativo sea intencionado y premeditado.
Por una sexualidad personalizada y única
Tras todo lo comentado deducimos que no debe haber una única manera de vivir la sexualidad sino que ésta puede ser desarrollada de manera personalizada, individualmente o con más personas, de distinto o el mismo sexo biológico, de distintas posibles identidades de género y orientaciones sexuales habituales (heterosexuales, homosexuales, bisexuales) o alternativas (queer, trans, u otras posibles en el futuro aún inexistentes actualmente).
En la propia vivencia sexual íntima así como en las interrelaciones sexuales con otras personas el desarrollo por todas las partes implicadas de sexualidades libres, igualitarias, sanas, respetuosas y responsables favorecerá el disfrute placentero enriquecedor humanizado de la sexualidad que conlleva afectos y por tanto es parte inseparable de la personalidad.
Sexualidad con o sin enamoramiento, con o sin procreación
En la evolución social se produjo hace décadas la posibilidad mediante los métodos anticonceptivos de separar voluntariamente en el momento deseado la procreación de la práctica sexual.
De igual manera es posible actualmente para muchas personas separar también en algunos momentos la práctica sexual de las relaciones de enamoramiento así como de las relaciones estables emocionales de pareja o de las poliamorosas.
Vivamos por todo ello cada cual nuestra sexualidad de manera personal, libre, igualitaria, sana, respetuosa y responsable para favorecer nuestra felicidad y la de las demás personas dentro del respeto a la diversidad.