La gente comienza a lanzarse al vacío, ahorcarse o comprar gasolina para destruir representaciones del poder que oprime, que mata y destruye según sus pareceres. Pero hagamos una pausa en esta danza violenta y suicida, porque llega la esperanza: los dos grandes partidos, ambos muy tocados por casos de corrupción, tienen la intención de sentarse y comenzar un proceso que lleve la esperanza a quienes les espera el frío y la desesperación, ¡aleluya!
Todos parecen tener prisa ahora en frenar la implacable avaricia, la inexorable voluntad de enriquecimiento de los responsables principales de nuestros males, de quienes les financian y les condonan, a veces, grandes cantidades de dinero a cambio de “nada”; todos parecen tener prisa, ahora, en hacernos ver que el poder económico y el poder político son dos realidades desconectadas en el marco social y estatal; todos parecen persistir en la idea de que somos definitivamente idiotas y no nos enteramos de nada.
Ahora quieren mirar por los intereses de la gente inerme ante el poder omnímodo del mundo del dinero; de ese mundo que pone y quita a hombres y mujeres; de ese mundo que hace y deshace a su antojo. Y, para colmo del cinismo con que actúan, da la impresión que creen que estamos creyendo en la bondad de sus intenciones. Son como niños.
Salud.